Habla Mari, la X-fila.
Somos cuatro chicas que estudiamos en Granada (como otros 60000) y debido a la multitud de acontecimientos ocurridos en este nuestro piso, nos vemos en la obligación de escribir nuestras vivencias para que todo el mundo mundial sepa de ellas (por si algún día alguien quiere hacer una película, se titularía algo así como "Aquí no vive ni Cristo" o "Las chicas de Encarni").
Pero empecemos a contar la historia por el principio de los tiempos.
Cuando a primeros de junio encontramos este enorme piso vacío en un edificio de Granada, creímos que nuestro sueño de tener una vivienda digna para el próximo curso se hacía realidad... y así fue hasta que nos golpeamos el culo contra el suelo y despertamos al mundo real. Y es que este enorme piso y además nuevo, con muebles de estreno es un sueño para todo estudiante acostumbrado a vivir entre cucarachas, puelusas y demás fauna. Pero nosotras tuvimos suerte y gracias a una maravillosa inmobiliaria y a sus eficientes trabajadoras (saludos para Encarni y María Luisa) alquilamos este estupendo piso, amos un chollo.
Hemos de decir que el piso está bastante bien pero nos lo instalaron una semana antes de venirnos en septiembre y lo acabarán vaya usted a saber cuándo. Cuando llegamos en septiembre, con nuestras maletas, nuestros tupper llenos de croquetas y albóndigas y nuestras almas llenas de sueños, vimos que nuestro maravilloso piso tenía más mierda que el alcollano y es que a pesar de que nuestra amiga Encarni nos había asegurado que el piso habia sido limpiado, en los azulejos de la cocina pudimos hacer la prueba del algodón ("claro, el piso se limpió pero al traer los muebles se ensució un poquillo", by Maria Luisa). Después de limpiar varias veces nuestro habitat y conseguir que quedara más o menos decente, nos dimos cuenta que éramos 4 compañeras y sólo había un sofá, así que llamamos a Encarni para que nos pusiera otro, nos aseguró que en seguida estaría aquí (Umm... ha pasado más de un mes y seguimos esperando, seguramente volverá a casa por Navidad, como el turrón. Menos mal que Sheila es una viciada del suelo y siempre lo barre con el culo). También nos faltaban las cortinas, se lo dijimos a nuestras eficientes trabajadoras, quienes nos instaron a tomar medidas... pero eso lo dejaremos para más adelante.
Otra de las maravillas de nuestro piso es que no teníamos tele, bueno sí teníamos, pero no funcionaba ("¡pero niñas, si la tele es nueva"! Sí, sí, nueva de cuando se casaron mis padres). Afortunadamente, nuestra querida vecina Fabi nos ayudó a sintonizar la antena y después de tres días subiendonos por las paredes cual Spiderman, conseguimos ver la tele.
Y lo de hoy ha sido ya la repanocha, pero eso lo dejaremos para otra entrada, que ésta que escribe se va para clase.
Pero empecemos a contar la historia por el principio de los tiempos.
Cuando a primeros de junio encontramos este enorme piso vacío en un edificio de Granada, creímos que nuestro sueño de tener una vivienda digna para el próximo curso se hacía realidad... y así fue hasta que nos golpeamos el culo contra el suelo y despertamos al mundo real. Y es que este enorme piso y además nuevo, con muebles de estreno es un sueño para todo estudiante acostumbrado a vivir entre cucarachas, puelusas y demás fauna. Pero nosotras tuvimos suerte y gracias a una maravillosa inmobiliaria y a sus eficientes trabajadoras (saludos para Encarni y María Luisa) alquilamos este estupendo piso, amos un chollo.
Hemos de decir que el piso está bastante bien pero nos lo instalaron una semana antes de venirnos en septiembre y lo acabarán vaya usted a saber cuándo. Cuando llegamos en septiembre, con nuestras maletas, nuestros tupper llenos de croquetas y albóndigas y nuestras almas llenas de sueños, vimos que nuestro maravilloso piso tenía más mierda que el alcollano y es que a pesar de que nuestra amiga Encarni nos había asegurado que el piso habia sido limpiado, en los azulejos de la cocina pudimos hacer la prueba del algodón ("claro, el piso se limpió pero al traer los muebles se ensució un poquillo", by Maria Luisa). Después de limpiar varias veces nuestro habitat y conseguir que quedara más o menos decente, nos dimos cuenta que éramos 4 compañeras y sólo había un sofá, así que llamamos a Encarni para que nos pusiera otro, nos aseguró que en seguida estaría aquí (Umm... ha pasado más de un mes y seguimos esperando, seguramente volverá a casa por Navidad, como el turrón. Menos mal que Sheila es una viciada del suelo y siempre lo barre con el culo). También nos faltaban las cortinas, se lo dijimos a nuestras eficientes trabajadoras, quienes nos instaron a tomar medidas... pero eso lo dejaremos para más adelante.
Otra de las maravillas de nuestro piso es que no teníamos tele, bueno sí teníamos, pero no funcionaba ("¡pero niñas, si la tele es nueva"! Sí, sí, nueva de cuando se casaron mis padres). Afortunadamente, nuestra querida vecina Fabi nos ayudó a sintonizar la antena y después de tres días subiendonos por las paredes cual Spiderman, conseguimos ver la tele.
Y lo de hoy ha sido ya la repanocha, pero eso lo dejaremos para otra entrada, que ésta que escribe se va para clase.
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